“Fiesta Patronal Diócesis de Zipaquirá”
San Juan 6, 51-58
“Proclama mi alma la grandeza del Señor”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- María: es sobre todo Madre de esperanza para los más pobres y los más sufridos de este mundo. Si María es grande y bienaventurada fue por ser humilde y esclava, y porque Dios es el Dios de los pobres.
- El Camino: con abundantes huellas nos ha dejado la Madre a su paso por nosotros. La diócesis de Zipaquirá se alegra como María en la solemnidad por sus sesenta y seis años de vida en Cristo”. El mejor tributo y homenaje que podemos hacer a nuestra Patrona, es precisamente gustar lo que Ella gustó, seguir lo que Ella siguió, tejer nuestra vida con la misericordia y la bondad del Señor.
- Asunción: en la fiesta de la Asunción de la Virgen María celebramos lo que le aguarda al que cree y espera por la fe: la gloria de Dios. El mayor gozo, por el cual exulta también María, es el vernos a nosotros sus hijos por la dirección adecuada: recordando las maravillas del Señor, viviendo según su voluntad, proclamando su santo nombre y abriendo las ventanas de nuestro vivir para que Dios entre por ellas y sea un gran vecino en nuestros corazones.
- La Bendición de María: Cristo es nuestra Bendición y María es la primera que participa de ella. Por eso es motivo de esperanza para la Iglesia, enviada a proclamar y hacer presente en el mundo esta bendición definitiva. Hoy también proclamamos, porque lo necesitamos, que es una bendición eficaz por sí misma y que alcanza a todos los hombres que se abren al Evangelio y lo viven en la esperanza, en el amor y en el compromiso entre los hombres.
REFLEXIÓN
La Palabra de Dios nos recuerda que hace más de dos mil años Dios nos hizo un regalo de amor que no tiene precio. Dios, a través de una mujer humilde llamada María, entregó a su hijo Jesús al mundo entero. Un hijo que se sacrificó por amor al mundo; un hijo que vence a sus enemigos, incluida la muerte y que hace posible la resurrección. Un hijo "nacido de mujer" y del Espíritu. Un hijo en el que se puede contemplar la alegría de su Padre y ver el rostro glorioso de Dios. Lo divino se hace presente en lo humano. En Jesús, gracias al SI de María, Dios se hace presente.
Se pueden decir muchas cosas de la Virgen, pero si se pudiese resumir en una frase lo que fue la vida de María habría que decir lo siguiente: que ella fue esa persona que supo amar a Dios y al prójimo en todo momento. Este es, por tanto el gran ejemplo que nos deja María. El SI de su amor total.
María, con toda su grandeza, no es una mujer diversa de las demás mujeres de la tierra. Ella es enteramente mujer, no un ser superior venido de otro planeta ni una creatura sobrenatural bajada del cielo. Ella se presenta en el Evangelio con todas las características de su feminidad y de su maternidad en unas circunstancias históricas concretas, a veces teñidas por el dolor, otras coronadas por el gozo.
Siente como mujer, reacciona como mujer, sufre como mujer, ama como mujer. Su grandeza no procede de ella, sino de la obra maravillosa y designio de Dios, al que supo siempre estar atenta. Su asunción en cuerpo y alma al cielo no la aleja de nosotros; la hace más poderosa para mirar por los hombres, sus hermanos, con ojos de amor y de piedad. Su presencia gloriosa en el cielo nos habla no sólo de su privilegio, sino de una llamada que Dios hace a todos para participar de esa misma vida que nos espera, de la cual María ya es la puerta del cielo siempre abierta..
PARA LA VIDA
Javier estaba un día platicando con su cuñado Rafael y de pronto le hizo una confesión sorprendente. Ambos estaban casados con dos hermanas gemelas y aunque la esposa de Rafael deseaba desesperadamente tener un hijo, ésta después de diez años de matrimonio no había concebido.
Javier le dijo a su cuñado que su esposa se había ofrecido a tener un hijo para dárselo a su hermana. El hijo nació, la madre lo acarició y se lo entregó a su hermana. Y ésta agradecida comentó: "Ni en sueños podría imaginar que alguien se sacrificara así para hacerme feliz".
Meses más tarde, un periódico publicaba la noticia con este titular: "Un regalo de amor que no tiene precio. Hermana da su bebé a hermana sin hijos".
ORACIÓN
Gracias Virgen María por las veces en que Tú bajaste al valle de nuestras lágrimas, en estos sesenta y seis años de nuestra Diócesis, por los momentos que has compartido nuestra cruz, por los instantes en los que dijiste “sí”, por los momentos de pruebas y dificultades, por todo esto !GRACIAS MADRE¡.
Hace dos mil años Dios nos hizo un regalo de Amor que no tiene precio:
A través de una mujer llamada María,
entregó a su hijo Jesús al mundo entero.
Para ganar Indulgencia Plenaria en esta Fiesta Patronal se necesita:
- Estar en Gracia de Dios ( haber confesado todos los pecados mortales)
- Tener intención de ganar la indulgencia
- Comulgar
- Orar por las Intenciones del Papa y
- No tener afecto a pecado alguno ( arrepentidos y decididos a no pecar más)