San Lucas 6, 39 - 45
“De la Abundancia del Corazón Habla la Boca"
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- Guiar: el hermano, guía de otros hermanos; ha de tener el ojo limpio de vigas que entorpezcan su labor de guía. Hay que abrir bien los ojos, pero no para fijarnos en las faltas y en los defectos de los demás, sino para ver primero nuestras faltas y defectos, para sacarnos las “vigas” de nuestros ojos, y entonces, cuando veamos con claridad, poder guiar a otros, poderles ayudar a quitarse la mota de polvo que tienen en su ojo. Qué fácil es exigir a los demás, cuando nosotros no hacemos muchas veces ni la mitad de lo que exigimos a otros.
- Ver: las cosas son distintas si aprendemos a mirarlas con visión amplia. Desde el punto de vista del Reino de los cielos, nada es lo que era antes: se pesca donde no había peces; el ciego Bartimeo arroja el manto que lo protegía y ve. Basta ajustar la vista a la nueva visión, a la visión de Dios, para que todo se torne luminoso. Si nuestra vara de medir es estrecha y pequeña, todo será estrecho y pequeño.
- Los Frutos: Jesús nos recuerda que cada árbol da el fruto que le corresponde, y que de un árbol bueno se espera que dé fruto bueno, mientras que de un árbol malo se espera que de fruto malo. Del mismo modo, de un hombre que tiene un buen corazón, lleno del amor de Dios, saldrán frutos de bondad, de amor y de misericordia hacia los demás, mientras que un corazón lleno de maldad, de rencor y de juicios hacia los demás sólo podrá dar frutos de odio, de división y de maldad. Por ello, hoy es un buen día, cercanos ya a la Cuaresma, para que nos preguntemos: ¿cuáles son los frutos que estoy dando?
REFLEXIÓN
El Evangelio de hoy recoge unas sentencias de Jesús acerca de comportamientos orientados a la corrección fraterna o a la procura del bien del hermano: la del ciego que pretende guiar a otro ciego, la del discípulo que se cree más que su maestro y la del hermano que se propone quitar la mota del ojo de su hermano.
Las tres conductas fluyen del corazón del hombre, en donde uno es lo que es y de donde –como de un árbol– brotan los buenos o malos frutos, pues cada árbol se conoce por su fruto: cada cual ofrece lo que produce según su naturaleza: la higuera, higos, la vid, uvas, de diversa calidad. La intención de ayudar al hermano es loable, pero se traducirá en resultados positivos o negativos según sea buena o mala la condición del corazón.
Resumiendo la enseñanza del Evangelio de este domingo, recordamos las etapas más importantes del camino cristiano para ser discípulos fieles: en primer lugar, Jesús nos invita a no ser jueces de los demás y menos para condenarlos; luego, nos pide que nos abramos y acojamos sus palabras que nos interpelan con amor y esperanza, para reconocer nuestras faltas graves (las vigas, no sólo las motas), comprometiéndonos a trabajar por eliminar las vigas, es decir, los pecados que lastran nuestras vidas, para llegar a ser personas nuevas, pues sólo así podremos mirar a los demás con la mirada de Jesús, ayudándoles a caminar tras él, siguiendo sus pasos.
A esto nos invita el Apóstol: “Manteneos firmes y constantes. Trabajad siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin recompensa vuestra fatiga”.
PARA LA VIDA
Érase una vez una joven pianista que daba su primer concierto. El público en silencio y con fervor escuchaba la música que brotaba de sus dedos disciplinados. Todos tenían los ojos clavados en la joven pianista. Al final del concierto todos puestos de pie aplaudieron a rabiar.
El manager se acercó a la pianista y se deshizo en alabanzas. Y le dijo: Mira, todos están de pie aplaudiéndote, menos ese viejito de la primera fila. La pianista entristecida le contestó: "Sí, pero ese viejito es mi maestro". Sólo el maestro podía juzgar la actuación de su discípulo con autoridad.
Y sólo el Maestro con mayúscula, Jesús, puede juzgar hoy a su pueblo aquí reunido. Si el no aplaude, mala señal. El domingo pasado, Jesús nos mandaba "amar a los enemigos". Amar no como sentimiento, sino amar como decisión, acto de voluntad, querer amar a pesar del miedo al sufrimiento.
Hoy, Jesús nos cuenta cuatro cortas parábolas para decirnos cómo tienen que ser las relaciones en la comunidad cristiana.” ¿Puede un ciego guiar a otro ciego?" Si Jesús nos estuviera dando un consejo más no tendría gran importancia, no han faltado hombres a lo largo de la historia que han dado buenos consejos. Jesús es más que un buen consejo y más que una frase que repetimos, Jesús es una manera de vivir. Jesús es una llamada a vivir nuestras responsabilidades.