18° Domingo del Tiempo Ordinario, 4 de Agosto de 2019, Ciclo C


San Lucas 12, 13 - 21

 Tú eres, Señor, mi Riqueza” 

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
  1. La Vida: está cargada de afanes y trabajos. De noche y de día trabaja la mente humana por hacer realidad sus planes. Cuando parece que ya hemos conseguido algo, surge aquí y allá otra necesidad y otro reclamo. La vida humana no tiene como fin y meta enriquecerse y gozar sin límites de los bienes acumulados. La codicia es la polilla de la vida humana, tanto personal como social. Todo pasa y todo acaba. Nuestra vida, nuestra meta, nuestro destino están allí en Cristo. Para ser, como él, luz de Luz.
  2. La Salvación: desciende sobre los que escuchan su voz, y su Voz es Cristo. El Dios Creador ha hablado en el Hijo, y su Voz continúa hoy sonando. Es la Voz que salvaLos que escuchan la Voz y la siguen dócilmente alcanzarán la vida eterna.
  3. Jesús: no enjuicia causas, no ejerce el derecho o declara con autoridad según derecho en cuestiones religiosas. Los maestros ejercían esa función. Jesús no. La "misión" de Jesús no es esa. Jesús no ha venido a restablecer o declarar derechos sobre cosas de este mundo. Su "misión" es el Reino de Dios.
  4. Las Riquezas: la codicia y la avaricia no van con el cristiano, porque puede terminar esclavo de la codicia. El dinero puede dar poder, fama, prestigio, seguridad, bienestar...; pero, en la medida en que esclaviza a la persona, la cierra a Dios Padre, la hace olvidar su condición de hombre y hermano, y la lleva a romper la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de un hombre dominado por el dinero. Aunque no nos lo creamos, el dinero nos puede empobrecer.
REFLEXIÓN 

   La liturgia de este domingo nos interroga acerca de la actitud que tomamos frente a los bienes de este mundo. Sugiere que estos no pueden ser el dios que dirija nuestra vida, y nos invita a descubrir y a amar esos otros bines que dan el verdadero sentido a nuestra existencia y que nos aseguran la vida en plenitud. 
  • En la primera lectura, tenemos una reflexión de “Qohélet” sobre el sin sentido de una vida basada en acumular bienes. Aunque la reflexión de “Qohélet” no va más allá, constituye una base para que vayamos en búsqueda de Dios y de sus valores y para que encontremos ahí el sentido último de nuestra existencia.
  • La segunda lectura nos invita a la identificación con Cristo: eso significa el dejar a los “dioses” que nos esclavizan y renacer continuamente, hasta que en nosotros se manifieste el Hombre Nuevo, que es “imagen de Dios”.
  • El Evangelio, a través de la “parábola del rico necio”, Jesús denuncia la falacia de una vida volcada únicamente hacia los bienes materiales: el hombre que así procede es un “loco”, que ha olvidado aquello que, verdaderamente, da sentido a la existencia. 
   Muchas veces el hombre es propenso a mirar su vida desde el punto de vista de la vanidad. Sin embargo, Cristo quiere que la veamos desde el punto de vista del valor, pero teniendo siempre cuidado de utilizar la justa Jerarquía de valores, la justa escala de valores.

   Para acertar en la vida no basta pasarlo bien. El ser humano no es sólo un animal hambriento de placer y bienestar. Está hecho también para cultivar el espíritu, conocer la amistad y la ternura, experimentar el misterio de lo transcendente, agradecer la vida, vivir la solidaridad.
   Cuántas personas olvidan sus responsabilidades familiares, porque es más importante asegurar el dinero suficiente para unas vacaciones en Tailandia o en la República Dominicana. Cuántas personas renuncian a su dignidad y a sus derechos, para aumentar su cuenta bancaria.

PARA LA VIDA 

   Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: "Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal.  Recuerda algo: Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…"  

   La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que podía en su delantal.  La voz misteriosa habló nuevamente.  "Tienes solo ocho minutos”
   Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró... recordó, entonces, que el niño quedó allá y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duro poco y la desesperación, siempre. 

   Hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.