3° Domingo Pascua, 26 de Abril 2020, Ciclo A

San Lucas 24, 13 - 35

 "Lo Reconocieron al Partir el Pan"


Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 
1.-El Camino: es un volver atrás; es alejarse de la dolorosa experiencia del Crucificado. en la oscuridad de la noche más negra, en la desesperación más angustiosa, Jesús se acerca a los dos discípulos y los acompaña en su camino para que descubran que él es «el camino, la verdad y la vida» ( Jn 14,6). Jesús trasforma su desesperación en vida, porque cuando se desvanece la esperanza humana comienza a brillar la divina: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios» ( Lc 18,27; cf. 1,37).
 2.-La Muerte: de Cristo era la muerte de todo lo que ellos pensaban que era Dios. De hecho, los muertos en el sepulcro de la estrechez de su entendimiento. Cuantas veces el hombre se auto paraliza, negándose a superar su idea de Dios, de un dios creado a imagen y semejanza del hombre; cuantas veces se desespera, negándose a creer que la omnipotencia de Dios no es la omnipotencia de la fuerza o de la autoridad, sino solamente la omnipotencia del amor, del perdón y de la vida.
3.-La Resurrección: cuando el hombre toca fondo en su experiencia de fracaso y de incapacidad, cuando se despoja de la ilusión de ser el mejor, de ser autosuficiente, de ser el centro del mundo, Dios le tiende la mano para transformar su noche en amanecer, su aflicción en alegría, su muerte en resurrección, su camino de regreso en retorno a Jerusalén, es decir en retorno a la vida y a la victoria de la Cruz (cf. Hb 11,34).
4.-La Vida: bienaventurados los que crean sin haber visto» ( Jn 20,29 y cf. 20,17). La Iglesia debe saber y creer que él está vivo en ella y que la vivifica con la Eucaristía, con la Escritura y con los Sacramentos. Los discípulos de Emaús comprendieron esto y regresaron a Jerusalén para compartir con los otros su experiencia. «Hemos visto al Señor [...]. Sí, en verdad ha resucitado» (cf. Lc 24,32). 
REFLEXIÓN 
   El Evangelio de este Domingo, que es el tercer Domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, tras su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su aldea, llamada precisamente Emaús. A lo largo del camino Jesús resucitado se les acercó, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles así tristes, les ayudó primero a comprender que la pasión y la muerte del Mesías estaban previstas en el designio de Dios y anunciadas en las Sagradas Escrituras; y así vuelve a encender un fuego de esperanza en sus corazones.
   El camino de Emaús se convierte así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones... La vida a veces nos hiere y nos marchamos tristes, hacia nuestro «Emaús», dando la espalda al proyecto de Dios. Nos alejamos de Dios.
   Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender en nuestros corazones el calor de la fe y de la esperanza, y en la Comunión nos da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. Leer cada día un pasaje del Evangelio. Recordadlo bien: leer cada día un pasaje del Evangelio, y los domingos ir a recibir la comunión, recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús: acogieron la Palabra; compartieron la fracción del pan, y, de tristes y derrotados como se sentían, pasaron a estar alegres. La Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría.
PARA LA VIDA
   Juana era una niña que no veía bien. Pero nadie, ni siquiera ella, se había dado cuenta. Juana pensaba que todas las cosas eran borrosas porque era como ella las veía.No sabía que los otros niños podían ver mucho más lejos que ella. Pensaba que todo el mundo veía las cosas como ella. A medida que iba creciendo  su madre empezó a preguntarse porqué se sentaba tan cerca de la televisión. Su abuelo observó que cuando leía un libro se lo tenía que poner cerca de la cara. 
   Cuando fue a la escuela la maestra constató que no veía bien las palabras de la pizarra. Finalmente todos comenzaron a decir: "Juana necesita gafas". Con sus nuevas gafas, Juana vio que no todo era borroso, los colores eran más brillantes y hasta la cara de su madre era mucho más hermosa. Empezó, por fin, a ver con claridad. Era maravilloso. Llega también un momento en la vida en que ya sea la presbicia o las cataratas o… que nos presentan la realidad más borrosa. 
  La fe tiene sus enfermedades, sus telarañas, sus cataratas y su presbicia… "Nosotros pensábamos"… Este domingo si pudiera elegir una persona y un restaurante donde comer juntos, ¿a quién elegiría?, ¿qué restaurante reservaría? Nuestros dos viajeros lo reconocieron no en tecnicolor o en un personaje célebre sino en un simple gesto, el de partir el pan.