1.- El Pastor: Es aquél que llama por su nombre a las ovejas y camina delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. El pastor debe ir a veces adelante—, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados».
2.-El Rebaño: somos todos nosotros, tiene como casa un redil que sirve como refugio, donde las ovejas viven y descansan después de las fatigas del camino. Y el redil tiene un recinto con una puerta, donde hay un guardián. Al rebaño se acercan distintas personas: está quien entra en el recinto pasando por la puerta y quien «sube por otro lado» (v. 1).
3.-La Puerta: si uno entra por mí, estará a salvo» (v. 9), es decir tendrá vida y la tendrá en abundancia (cf. v. 10). Cristo, Buen Pastor, se ha convertido en la puerta de la salvación de la humanidad, porque ha ofrecido la vida por sus ovejas. Jesús, pastor bueno y puerta de las ovejas, es un jefe cuya autoridad se expresa en el servicio, un jefe que para mandar dona la vida y no pide a los otros que la sacrifiquen.
4.-El Llamado: en todos los continentes, las comunidades eclesiales imploran al unísono del Señor numerosas y santas vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y misionera, y al matrimonio cristiano, y meditan sobre el tema: «Las vocaciones al servicio de la Iglesia-misión». Oremos también para que sea cada vez mayor el número de quienes deciden vivir radicalmente el Evangelio mediante los votos de castidad, pobreza y obediencia: hombres y mujeres que desempeñan un papel primario en la evangelización.
REFLEXIÓN
El evangelista Juan nos presenta, en este IV domingo del tiempo pascual, la imagen de Jesús Buen Pastor. Contemplando esta página del Evangelio, podemos comprender el tipo de relación que Jesús tenía con sus discípulos: una relación basada en la ternura, en el amor, en el conocimiento recíproco y en la promesa de un don inconmensurable: «Yo he venido —dice Jesús— para que tengan vida y la tengan en abundancia» ( Jn 10, 10). Tal relación es el modelo de las relaciones entre los cristianos y de las relaciones humanas.
También hoy, como en tiempos de Jesús, muchos se proponen como «pastores» de nuestras existencias; pero sólo el Resucitado es el verdadero Pastor que nos da la vida en abundancia. Es una invitacón a todos a tener confianza en el Señor que nos guía. Pero no sólo nos guía: nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos su palabra con mente y corazón abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio.
La Iglesia necesita pastores buenos. Mas, en los tiempos presentes que nos ha tocado vivir, en muchas partes del mundo hay crisis fuerte de vocaciones para el sacerdocio. Es lo que está ocurriendo también en nuestra diócesis. Si esta crisis existe, no es porque Cristo no siga llamando a jóvenes y niños a que vayan al seminario. Es más bien, porque debido a causas varias no hay respuestas suficientes. Alguien ha escrito que, más que crisis de vocaciones, lo que hay es crisis de respuestas. Sea lo que fuere, el hecho es que, por desgracia, el sacerdote es un bien escaso en muchas diócesis.
Hoy es un buen día para rezar por las vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y por las vocaciones nativas. También lo es para sacar el compromiso de hacerlo durante todo el año.
PARA LA VIDA
Cuenta una hermosa leyenda que dos hermanos soñaban con ser artistas. Como no podían costearse los estudios, un domingo, al salir de la iglesia, se jugaron a cara o cruz su destino. Ganó Alberto Durero que se fue a estudiar a Nuremberg mientras su hermano, el perdedor, se puso a trabajar en las minas para pagar los estudios de su hermano. Alberto fue a estudiar y triunfó y se convirtió en un pintor famoso. Ahora su hermano podría cumplir su sueño de ser un gran pianista, pero sus manos destrozadas en la mina ya no servían para nada. Sacrificó su vida para que su hermano tuviera una vida gloriosa y abundante.
Jesús nos conoce a cada uno de nosotros por el nombre, conoce nuestras debilidades, quiere sanar nuestras heridas y darnos la verdadera libertad. “Mi yugo es suave y mi carga ligera”, no quiere agobiarnos sino que tengamos vida abundante. Nosotros tenemos que conocer al Buen Pastor y tenemos que conocer a los hermanos que celebramos juntos al mismo Pastor y juntos nos alimentamos en los mismos pastos de oración y comunión.
Yo soy el buen pastor. Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará. Yo soy la puerta de entrada a la casa del Padre. Yo soy la puerta a la plenitud de la vida. Yo soy la puerta del banquete y de la fiesta. Yo soy la puerta. Entren por ella y encontrarán seguridad, y salgan por ella hacia los verdes pastos de la vida.