Solemnidad Epifanía del Señor, 3 de Enero de 2021, Ciclo B

 San Mateo 2, 1 – 12

"Venimos a Adorar al Rey"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.-Epifanía: de esa gran luz que debía penetrar los corazones, guiándolos por el camino de la fe hacia Dios, con el cual solamente por esta senda puede encontrarse el hombre: el hombre viviente con el Dios viviente. Hoy en este camino de la fe vemos a los tres nuevos hombres que vienen de Oriente, de fuera de Israel. Son hombres sabios y poderosos, que vienen a Belén conducidos por la estrella en el firmamento celeste y por la luz interna de la fe en la profundidad de sus corazones.

2.-LOS REYES MAGOS: ¡Qué grande es la fe de los Magos! ¡Qué seguros están de la luz que el Espíritu del Señor encendió en sus corazones! Con cuánta tenacidad la siguen. Con cuánta coherencia buscan al Mesías recién nacido. Y cuando finalmente llegaron a la meta, «…se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su Madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro. incienso y mirra» (Mt 2, 10-11).

3.- La Fe: les permitió escrutar todas las incógnitas. Los caminos incógnitos. las circunstancias incógnitas. Como cuando se hallaron ante el recién Nacido, un recién nacido humano que no tenía casa. Ellos se dieron cuenta de la miseria del lugar. ¡Qué contraste con su posición de hombres instruidos y socialmente influyentes! Y, sin embargo, «cayendo de rodillas, lo adoraron» (cf. Mt 2, 11).

4.-La Luz: Esta «luz brilla en las tinieblas» (Jn 1, 5) y los hombres la ven ya desde lejos. Han comenzado un viaje. Siguiendo la estrella, van hacia esta Luz, que se ha manifestado en Cristo. Avanzan, buscan el camino, preguntan. Llegan a la corte de Herodes. Preguntan dónde ha nacido el rey de los judíos: «Vimos su estrella (…) y hemos venido a adorarlo» (Mt 2, 2).

REFLEXIÓN 

   Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio. La liturgia de este Domingo celebra la manifestación de Jesús a todos los hombres. Es una “luz”, que se enciende en la noche del mundo y atrae hacia sí a todos los pueblos de la tierra. Cumpliendo el proyecto liberador que el Padre nos quería ofrecer, esa “luz” se encarnó en nuestra historia, iluminó los caminos de los hombres, los condujo al encuentro de la salvación, de la vida definitiva. 

   La primera lectura anuncia la llegada de la luz salvadora de Yahvé, que transfigurará Jerusalén y que atraerá a la ciudad de Dios a pueblos de todo el mundo.

   La segunda lectura presenta el proyecto salvador de Dios como una realidad que va a afectar a toda la humanidad, uniendo a judíos y a paganos en una misma comunidad de hermanos, la comunidad de Jesús.

   En el Evangelio, vemos la concretización de esa promesa: al encuentro de Jesús vienen los “magos” de oriente, representantes de todos los pueblos de la tierra. Atentos a los signos de la llegada del Mesías, lo buscaron con esperanza hasta encontrarlo, reconocieron en él al “salvador de Dios” y lo aceptaron como “el Señor”. La salvación desechada por los habitantes de Jerusalén, se vuelve ahora un don que Dios ofrece a todos los hombres, sin excepción. 

   Observemos que lo maravilloso de estos Magos es que fueron capaces de ver al Rey que buscaban en el niño. Después de haber sorteado dificultades. Hay algo más, esos reyes tuvieron su manifestación de Dios ya que pudieron reconocer al niño. De ahí que si no vemos a Dios en cada hombre nunca lo encontraremos. Esa viene a ser la luz de la estrella que los llevó hasta el pesebre de Belén. 

   La fe, sin embargo, no es ciega, es luz y claridad. Nos hace avanzar a esa búsqueda, de abandono, de ir más allá para no perder la esperanza. 

PARA LA VIDA 

   Un hombre que acababa de encontrarse con Jesús resucitado iba a toda prisa por el camino de la Vida, mirando por todas partes y buscando. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó: Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí algún cristiano? El anciano, encogiéndose de hombros le contestó: Depende del tipo de cristiano que ande buscando. 

   Perdone –dijo contrariado el hombre-, pero soy nuevo y no conozco los tipos que hay. Sólo conozco a Jesús. Y el anciano añadió: Pues sí amigo; hay de muchos tipos y maneras. Los hay para todos los gustos. Hay cristianos por cumplimiento, cristianos por traición, cristianos por costumbre, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, cristianos auténticos... Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad!, exclamó el hombre emocionado. 

   Vaya –dijo el anciano con voz grave-. Esos son los más difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted. ¿Cómo podré reconocerle? Y el anciano contestó tranquilamente: No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde van, siempre dejan huellas. 

   La Iglesia tiene una vocación Universal y misionera en su fe. Pues la fe cristiana es una oferta que Dios hace a la humanidad entera. Es la Epifanía, manifestación de Dios, que nos indica que todos estamos llamados a la salvación. Nadie queda por fuera.

Una estrella les indicó el camino Vieron al niño, con María su mamá Los condujo una estrella y vieron lo normal una mujer que había dado a luz a un niño. Esa estrella les iluminó la fe y pudieron verlo como el rey de Israel y lo adoraron como Dios.