Domingo de Navidad, 25 de Diciembre 2022, Ciclo A

 

San Juan 1, 1 - 18

El Verbo Se Hizo Carne y Habitó Entre Nosotros

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Despertar: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz. Por ti precisamente, Dios se ha hecho hombre. Celebremos el día afortunado en el que quien era el inmenso y eterno día, que procedía del inmenso y eterno día, descendió hasta este día nuestro tan breve y temporal. Este se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención: y así –como dice la Escritura–: El que se gloríe, que se gloríe en el Señor.

2.- La Verdad: brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo. Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

3.- La Alegría: nace, pues, Jesús; alégrese, cualquiera que sea, a quien la conciencia de sus pecados le sentencie a muerte eterna; porque excede la piedad de Jesús, no sólo toda la enormidad, sino todo el número de los delitos. Nace Cristo; alégrese, cualquiera que sea, el que era combatido de los antiguos vicios; porque a la presencia de la unción de Cristo no puede perseverar en modo alguno enfermedad del alma, por más envejecida que sea. Nace el Hijo de Dios; alégrese el que acostumbra desear cosas grandes, porque ha venido un dadivoso grande. 

4.- La Navidad: nos dice: que solos  no somos en grado de cambiar en  profundidad el mundo, de redimirlo. Solos podemos empeorarlo o mejorarlo, pero no salvarlo. Precisamente por esto Cristo ha venido, porque dejados a nosotros mismos no podíamos salir de la «enfermedad mortal» que nos envuelve desde el momento de la concepción en el vientre materno. Y esto da esperanza, la verdadera esperanza y el verdadero optimismo del cristiano: yo no puedo hacerlo, pero Él está ahí. Es el misterio de la gracia sintetizado en una figura humana: Aquella del Dios encarnado. 

REFLEXIÓN

   La Liturgia nos lleva hoy a Belén, junto al pesebre, donde reposa el divino Rey, recién nacido. Dejémonos llevar por ella. Una vez ante el divino Niño, postrémonos en actitud de adoración y recitemos el símbolo de la fe y el prólogo del Evangelio según San Juan: «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, Engendrado no creado, de la misma sustancia que el Padre… Descendió de los cielos, por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen…»

   La primera lectura del libro de Isaías nos recuerda que los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios. Ha cumplido Dios su palabra de consolación. Nos ha redimido, dejándose ver y amar en medio de nosotros. Cristo es la realidad suprema del acercamiento pedagógico de Dios a nosotros. Cristo es el Mensajero que viene a anunciar la Buena Nueva: el Evangelio, de la paz y de la salvación.

   La segunda lectura a los Hebreos, Dios nos ha hablado por su Hijo. Cristo es personalmente la Palabra de Dios vivo. En la plenitud de los tiempos el Padre nos ha hablado por su Hijo. Ha habido dos fases en la Revelación: la preparación por los profetas, primero, y en la plenitud de los tiempos la revelación perfecta por medio del Hijo. Son dos momentos continuos, de manera que, ciertamente, en todo tiempo Dios ha hablado a los hombres. 

   El Evangelio nos dice, La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. El Verbo, que es Luz y Vida divina –Luz que salva y Amor que redime–, se ha hecho uno más entre nosotros. El Hijo de Dios se nos hace presente en la realidad viviente de un Corazón también humano. San Agustín ha comentado este pasaje evangélico muchas veces. «Nadie dé muestras de ingenio, revolviendo en su cabeza pensamientos pobres, como el siguiente: –“¿Cómo, si en el principio ya existía el Verbo?… ¿cómo el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros?” Oye la causa. Cierto que a los que creen en su nombre les dio la potestad de ser hijos de Dios

 PARA LA VIDA 

   Navidad es la historia de un gran Amor. ¿Qué es el amor? Los niños lo saben mejor que los mayores.

   He aquí alguna de sus respuestas:

 

"Cuando mi abuela tenía artritis no podía agacharse para pintarse las uñas de los pies. Así que mi abuelo se las pinta todos los días a pesar de que él tiene también artritis en las manos. Eso es amor. Rebeca, 8 años.

 

"Amor es cuando mi madre hace café para mi padre y lo prueba antes de dárselo para asegurarse de que sabe OK". Kart, 5 años.

 

"Amor es lo que está en la habitación contigo la víspera de Navidad si dejas de abrir los regalos y escuchas". Danny, 7 años.

 

"Cuando alguien te quiere, la manera de pronunciar tu nombre es diferente. Y sabes que tu nombre está seguro en su boca". Billy, 4 años.

 

"Si quieres aprender a amar mejor, se debería comenzar con un amigo al que odias". Nikka, 6 años.

 

"Yo sé que mi hermana mayor me quiere porque me da sus vestidos usados y ella tiene que ir a comprarse unos nuevos". Lauren, 4 años.

 

"El amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado". Terri, 4 años.

   La Navidad es para los que la experimentan, la saborean y la viven en sus corazones.

   La Navidad celebra el mayor acontecimiento de la humanidad. En Navidad los cristianos hacemos memoria del nacimiento de Jesús, el Mesías, el Señor. Se hizo carne y plantó su tienda en medio del campamento de los hombres.

   Dios se hizo hombre y en Belén, como un amante más, cerró el candado de un amor, sólo amor, que quiere ser obstinado y eterno. Un candado que permanece cerrado e irrompible en el portal de Belén. "Si nuestra mayor necesidad hubiera sido la información, Dios nos habría enviado un maestro. Si nuestra mayor necesidad hubiera sido la tecnología, Dios nos habría enviado un científico. Si nuestra mayor necesidad hubiera sido el dinero, Dios nos habría enviado un economista. Si nuestra mayor necesidad hubiera sido el placer, Dios nos habría enviado un humorista. Pero nuestra mayor necesidad era el perdón, por eso Dios nos envió un Salvador".