27° Domingo del Tiempo Ordinario, 4 de Octubre 2015, Ciclo B


San Marcos 10, 2 - 12

" Vínculo Matrimonial "
  1. Unidad Original de la Familia dada por Dios: el Sacramento del matrimonio no es la celebración de una fiesta de rango social, o el viaje de luna de miel. Él celebra es el amor, el encuentro con el otro, el afecto profundo, la confianza, la confidencia sin reserva, la comunicación, la aceptación y el conocimiento real. La fatiga concreta que los hombres y las mujeres experimentan al vivir su unión de una manera estable, constructiva, fecunda, es iluminada y sostenida por la Palabra de Dios. Si matrimonio está puesto en las manos de Dios,  estará en capacidad de superar cualquier capricho, sanar cualquier fisura y buscar lo eterno.
  2. Respeto por el Sacramento :  es un sigo de amor y entrega entre dos personas que se aman. Dios lo ha creado todo para la vida. La suya es una ley de vida que promueve al hombre, no una ley que le oprime. La unión indisoluble entre el hombre y la mujer es una verdad inscrita en el ser humano, una verdad que libera y hace auténtica su capacidad y su necesidad de amar y de ser amado. Es la celebración más noble y divina de la dignidad suprema del hombre y de la mujer, que son «imagen y semejanza» de Dios.
REFLEXIÓN 

   La liturgia de este domingo nos ofrece enseñanzas importantes para la vida familiar. El evangelio nos habla de la fidelidad en el matrimonio y de la acogida de los niños. Esto viene preparado por el relato del Génesis, que nos dice que el hombre y la mujer forman una pareja inseparable. 
   La segunda lectura nos recuerda la fidelidad de Jesús hasta la muerte. «Por eso un hombre abandona padre y madre, se une a su mujer y se hacen una sola carne». Se indica aquí la unión que deriva del amor y que da origen a la familia, en la que el hombre y la mujer forman una sola carne. 
   Para formar y educar con santidad  a sus hijos, inculcando valores de respeto, dignidad, responsabilidad para hacer de ellos personas capaces de servir a los demás. La obra  de Dios es una intención de unión y de fidelidad recíproca entre el hombre y la mujer: ya no son dos, sino una sola carne. Y Jesús concluye: «Pues lo que Dios ha unido que el hombre no lo separe». 
Que las madres sean como María, los padres como San José, y los niños imiten a Jesús de Nazaret. Amén. 

PARA LA VIDA 

   Desde niño hasta mi adolescencia, fui una persona muy rebelde. No obstante, cuando mis padres empezaron a pasar más tiempo conmigo, mi vida cambio. Sus padres Vivían todo el tiempo ocupados y el tiempo libre era para sus amigos, y por eso la abuela se hizo cargo del niño. Mis padres se iban a trabajar al medio día y regresaba por la noche muy tarde. 
    Cuando yo me levantaba ellos estaba durmiendo, y cuando yo llegaba del colegio,  ya se habían ido a trabajar. Casi nunca los veía, a excepción de unas pocas horas los fines de semana. Un día tome un dinero para comprar mis caprichos, se enfadaron  pero después se dieron cuenta  que la culpa no era mía, ellos no habían desempeñado mejor su papel de padres. Mi vida cambió gracias a que mis padres me expresaron  su amor y comprensión
   Ambos salimos a un centro recreativo donde practicábamos varios tipos de deportes.  En el colegio mis notas mejoraron tanto que llegué a estar en el cuadro de honor. Hice nuevos amigos, y junto a mis padres entendí que el tiempo es el mejor regalo para vivir como familia.