2° Domingo de Adviento, 4 de Diciembre 2016, Ciclo A


San Lucas  3, 1 - 6

“  Convertíos porque Está Cerca el Reino de Dios    

    Homilia, Monseñor Carlos Gómez Londoño

  1. Prepararse: es arreglar el corazón, acercándonos al Sacramento de la Reconciliación. Se trata de proveernos de todo lo necesario para que nuestra propia existencia sea una morada digna y agradable, donde pueda venir el Señor. Allanemos los caminos para que todos sean testigos de la salvación. 
  2. Convertirse: es necesaria una conversión radical para que lo santo tenga sentido. No es una cosa fácil.  Tenemos que perder los resentimientos y prejuicios que existen en nuestro corazón. Quien se convierte, se vuelve como una planta de su inmenso campo y sus frutos han de ser buenos. Si el árbol no produce buenos frutos es señal evidente de que no es bueno. Entonces será cortado y arrojado al fuego. 
  3. La Penitencia:  “porque llega el reino de los cielos”. La penitencia puede tener dos vertientes: exterior e interior. La exterior se reflejará sobre todo en expiaciones rituales, en purificaciones, en diversas prácticas de mortificación corporal. En la interior, el penitente empieza pidiendo perdón por ofender a Dios, se apoya en la bondad de Dios, que le da paz, seguridad y optimismo; y al pedir y recibir el perdón, se une al dolor paterno del Dios ofendido y sufre amorosamente unido a Él por sus propias ofensas y sus descuidos en el amor que le debía. (“tus pecados te son perdonados”, dice el Señor repetidas veces a quienes acuden a Él. 
  4. La Palabra: al anunciar la llegada del reino de Dios se proclama la cercanía del Dios del reino. Una cercanía que no puede dejarnos indiferentes. “Yo no merezco ni llevarle las sandalias”. El verdadero profeta nunca puede alardear de nada. El mensajero no es dueño del mensaje. Un evangelizador que no es humilde revela bien a las claras con su vanagloria, la mentira de su misión. En Juan Bautista, es al contrario: Su único vestido es Dios. Todo él sabe a desierto. No  sólo por lo más evidente como son su vestidura y austeridad de vida, sino, sobre todo, por  ser un hombre que ha buscado, en la soledad y en el silencio, al que tenía que anunciar. 
REFLEXIÓN

   Estamos en tiempo de Adviento: éste es el tiempo de la gracia, éste es el tiempo de la salvación; el tiempo de la paciencia y de la misericordia de Dios, que viene a nosotros como un recién nacido, lleno del Espíritu de Dios -pues es su Hijo-, para implantar la justicia y el derecho, para hacernos partícipes de la santidad  del mismo Dios. Acogerlo a Él es acoger a Dios.
   Sabemos que Dios está cerca. La pregunta que nos podemos hace es: ¿estamos nosotros cerca de Él? Una de las cosas más hermosas de la vida cristiana es que siempre podemos acercarnos más a Dios. No importa donde estemos, ni qué hayamos o no hayamos hecho, todo momento es ocasión de acercarnos más a Él. Es el amor el que nos aproxima al Señor Jesús. Todo aquello que nos ayude y nos pueda llevar a crecer en amor nos hará crecer en cercanía de Dios. Amar nos introduce en la intimidad de Dios ¿Qué mayor cercanía que ésta?.
   Tenemos muchos medios a nuestro alcance para vivir este horizonte tan grandioso: la oración, los sacramentos, la práctica de la caridad, la piedad filial mariana – ¿quién más cerca de Jesús que su propia madre?– el crecimiento en las virtudes, entre otros. Sobre todo en Navidad, reflexionar y meditar sobre el nacimiento del Señor Jesús y lo que significa para nuestra vida. Jesús, Emmanuel, "Dios-con-nosotros", viene al mundo para que nosotros le abramos el corazón a Dios. ¡Cuánto puede iluminar nuestra vida comprender cada vez más lo que significa que Dios se haya hecho hombre! Podremos entonces vivir mejor aquellas palabras tan profundas de San Juan: «Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él». Viviendo así estaremos siempre en vela, preparados, como se nos pide en el Adviento, para la venida del Señor Jesús.
   Él encontrará en nuestros corazones un hermoso y cálido pesebre para nacer, dando calor y luz a nuestras vidas y a las de quienes nos rodean. Entonces no solo estará Dios cerca de nosotros y nosotros cerca de Él, sino que, más aún, podremos cooperar a que otros se acerquen más a Dios".

PARA LA VIDA 
   Un profesor de universidad, al principio de curso quiso sorprender a sus nuevos alumnos y les dijo: voy a demostrarles que Dios no existe. Miró al cielo y gritó: Dios, si existes, quiero que me derribes de un golpe de esta plataforma. Te doy diez minutos. La clase entera permaneció en silencio. Se podía oír la respiración de los alumnos. El profesor gritó de nuevo: Aquí me tienes. Te estoy esperando. 
   Cuando faltaban dos minutos entró en el aula un estudiante alto y musculoso, caminó hasta la plataforma del profesor y le dio tal golpe que cayó rodando de la plataforma.  El estudiante se sentó en la primera fila en medio de un gran silencio. Cuando el profesor se recuperó del golpe y volvió a su plataforma miró al joven y le dijo: ¿Por qué me pegó? Dios está muy ocupado y me envió a mí a cumplir su deseo.

ORACION PARA ENCENDER LA SEGUNDA VELA DE LA
CORONA EN FAMILIA

Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, abramos nuestra vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!